01 agosto 2005
ZP y su prensa
En uno de sus editoriales, el periódico El País opinaba que «la pregunta que deberá hacerse Aznar, a la hora de la reflexión, es por qué ha terminado siendo tan detestado por tantos españoles».
En un repaso a los errores del “aznarato”, atribuía en gran parte la fidelidad de los 9,6 millones de votantes que obtuvo el PP en las últimas elecciones, al uso por Aznar de «factores políticos y culturales situados muy a la derecha, como la manipulación descarada de RTVE, la identificación con los intereses de la Iglesia católica y especialmente de sus sectores más integristas, o la monopolización de la bandera, la unidad de España y la propia Constitución».
También afirmaba el editorial que Aznar «revivió el discurso de las dos Españas y avivó hasta niveles muy conflictivos las tensiones territoriales». Añadía que «el éxito contra ETA se ha visto contrarrestado por la apertura de un segundo frente terrorista, el planteado por el yihadismo».
Terminaba diciendo que «en la gestión de este atentado, junto con una campaña mal planteada y una oposición que iba creciendo, se decantaron los resultados electorales del 14-M. Todo lo que había quedado soterrado surgió de nuevo: las mentiras u ocultaciones sobre la huelga general, el Prestige, el accidente del Yak-42 en Turquía y, sobre todo, el incondicional alineamiento con Bush para montar la guerra contra Irak, rompiendo el consenso tradicional en política exterior y prestándose a ser instrumento para dividir a Europa».
La respuesta a la pregunta que debe hacerse Aznar es tan simple como votantes de izquierdas hay. Pero esa pregunta también se la podríamos hacer a Zapatero. Quienes plantean esa cuestión no parecen muy inteligentes. Más bien son unos listos.
Yo estaba convencido que quienes habían manipulado la opinión pública eran ellos. Yo creía que mi voto no tenía nada que ver con los intereses de la Iglesia Católica más integrista – ¿es por las procesiones? Porque si es por temas como el aborto, tiene más que ver con mi moral y conciencia que con Monseñor Lefebvre –. Yo creía que Aznar no había monopolizado la bandera, ni la unidad de España ni la Constitución, sino que eran los demás quienes las repudiaban, las rompían y las negaban y que Aznar era el único que las defendía.
A mí me parecía ver y comprobar cada día que los separatismos se iban haciendo fuertes y cada vez exhibían discursos más descarados sobre las dos Españas, la española y la separatista. Yo creía que las tensiones territoriales las creaban quienes se querían separar de España.
Confiado en los datos e interpretaciones que podían obtenerse en muchísimos otros medios de comunicación, entendía que los resultados electorales del 14-M se decantaron por la perversa manipulación que se hizo del atentado, desenterrando además temas tan discutibles como la huelga general, el Prestige y el accidente del Yak-42. Yo tenía entendido que la huelga general había sido un montaje injustificado que no merecía una sola línea en la prensa decente y que ni el barco ni el avión habían sido pilotados por Aznar.
Pero donde parece que todos los demás medios de comunicación sin duda se equivocaban y me equivocaron, ha sido en la decisiva y determinante participación de Aznar «para montar la guerra contra Irak», sin cuyo apoyo no habría sucedido. Y no sólo eso, sino que, por si fuera poco, Aznar fue el instrumento para romper la unidad de la Europa formada por Francia y Alemania junto con algunos socios, frente a los restantes 18 países europeos que desautorizaron públicamente a estos líderes en sus directrices sobre Irak y los dejaron solos con sus ocultas ambiciones.
Pobre de mí, estaba en la creencia de que los intereses de España no tenían por qué coincidir con los intereses de estos líderes que barren para casa y que la teoría de nuestra subordinación a Europa era una engañosa conveniencia alimentada por quienes se han erigido en líderes y por aquellos que gobernarán desde el odio a los americanos.
Pero, claro, yo no leía El País.