01 agosto 2005

ZP y el terrorismo

Peligroso terrorista español al que ZP no ha podido eliminar


Rodríguez nos da lecciones sobre terrorismo. Quien en contra de la opinión de los ciudadanos de la nación que preside sigue empeñado en que la mejor forma de acabar con el terrorismo es negociar con los terroristas y darles todo aquello que les llevó a la lucha armada, se contradice y, a raíz de los atentados de Londres, dice que es necesario "un consenso global" para derrotar al terrorismo, ya que “sólo la colaboración entre los países puede combatir una amenaza global".

Nos habla de la necesidad de un consenso universal mientras desprecia cualquier consenso nacional. Afirma que “sólo la colaboración entre países” puede acabar con el terrorismo mientras se basta él solito para acabar con ETA y rompe los acuerdos contra el terrorismo que mantenía con el PP y USA. Nuevamente discursos de cara a la galería mientras hace todo lo contrario de cuanto predica.

Pero Rodríguez no se conforma con ello y pontifica sobre las causas del terrorismo dogmatizando que el terrorismo es consecuencia de la injusticia en el mundo.

Según el que llegó a presidente gracias al terrorismo, hay que "hacer un esfuerzo para comprender las causas que facilitan la propagación del fanatismo y el apoyo al terrorismo". No se pueden ignorar –añade– los conflictos que azotan el mundo y que pueden ser el germen de una respuesta violenta, ni las "enormes" desigualdades que dividen a las sociedades. "No es realista aspirar a la paz y la estabilidad en un mar de injusticia universal". El presidente por accidente asume el discurso de la izquierda más analfabeta y sostiene, con burda simpleza, que el terrorismo procede de la miseria.

Sin embargo, los propios terroristas justifican sus acciones en otras razones. Quienes reivindicaron los atentados del 11-M decían en su comunicado del 11.3.2004 que el atentado “es parte de un viejo ajuste de cuentas con el Cruzado España...en su guerra contra el Islam”.

Analistas en temas de seguridad explican que mediante los numerosos documentos de Al Qaeda y organizaciones afines que se pueden encontrar en Internet, la venganza por las pérdidas de territorios islamizados en el pasado estaría en el origen y sería uno de los móviles más importantes de los terroristas musulmanes, además de motivos más actuales como la ocupación "occidental" y "cristiana" de Iraq, o la lucha contra los Talibán y la misma Al Qaeda en Afganistán o, en el caso de España, además, la ruptura de la coalición que les sirvió en bandeja ZP.

Rodríguez ha vuelto a repetir a los terroristas su mensaje con ocasión de la guerra de Irak, los terroristas –llamados “la resistencia” por ZP– están legitimados para defender a su país de la invasión extranjera, incluidas las tropas españolas “de ocupación” y ahora vuelve a justificar el terrorismo global. La culpa no es de los terroristas sino de nosotros, que les estamos dando motivos. Con semejantes razonamientos, quiérase o no, se está incitando a los terroristas al chantaje: "Si Occidente no cambia, continuaremos con el terror".

Es cierto que asistimos a un panorama preocupante con una serie de problemas a escala mundial: pobreza, presiones demográficas y migratorias, deterioro medioambiental, crecientes conflictos interétnicos, extensión de epidemias, proliferación de armamento nuclear, que exigen una acción global eficaz y justa, especialmente por parte de quienes están en disposición de ayudar a los más débiles. Pero de ahí a legitimar, justificar o explicar la barbarie terrorista por la desigualdad económica y social del mundo, media un abismo.

El terrorismo no nace de la pobreza, sino del fanatismo y del odio. Está alimentado por extremismos religiosos, étnicos y nacionalistas. Quien es capaz de morir si con ello provoca el mal de otros semejantes, ni está movido por la fe religiosa, ni pretende la erradicación de la pobreza. Simplemente, le impulsa el odio y su objetivo es causar el mal. Lo hemos comprobado, cuantos más muertos, mejor, sin que nunca se haya reivindicado a cambio un mejor reparto de la riqueza, por ejemplo.

La estupidez de Rodríguez no sólo ha justificado el terrorismo sino que es la responsable de los atentados del 11-M. No cabe duda y ya no es una opinión sino un hecho comprobable, que el atentado lo inspiró ZP con sus reiteradas y vehementes manifestaciones contrarias al envío de tropas españolas a Irak y las campañas del “No a la guerra”, las más exaltadas e intensas de toda Europa.

Y para remate, su eslogan electoral: “Sacar las tropas de Irak”, todo lo cual llevó a los terroristas al convencimiento de que España era el país que más fácilmente podría utilizarse para abrir brecha en la coalición.

La partidista iniciativa de Rodríguez, proclive a traicionar a la coalición, fue la que decidió a los terroristas por atentar en nuestro país.

Rodríguez ha sido funesto para España y se ha vuelto peligroso para la humanidad. Justificar el terrorismo es legalizarlo moralmente y eso es lo que ha hecho el irresponsable presidente español. A partir de ahora los terroristas encontrarán justificación a sus acciones en la pobreza y la injusticia que reina en el mundo “por culpa de Occidente”, como si la pobreza que sufren muchos países no fuera responsabilidad de sus corruptos gobernantes, véase Marruecos.

Por unas razones y otras, el terrorismo –islámico y vasco– está encantado con Rodríguez. Y encima sus mejores aliados son los dictadores homicidas.

¿Alguien da más?

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