01 agosto 2005
ZP y la imprevisión
A falta de mejores argumentos para inculpar al Gobierno del Partido Popular en los atentados del 11-M, los carroñeros socialistas lo acusaron de imprevisión al no haber tomado medidas para evitar los mismos. Claro que para evitarlo había que haber detectado a tiempo los preparativos y de que así no fuera se encargaron los infiltrados que a modo de células durmientes habían dejado los anteriores gobernantes socialistas en el Centro Nacional de Inteligencia, en la Policía y la Guardia Civil y que se ocuparon de ocultar informes, declaraciones y datos que podrían haber llevado a la detención de los autores materiales del atentado antes de que se cometiera.
Asistimos impotentes a la farsa de la Comisión de Investigación, donde dichos infiltrados mintieron, distorsionaron y manipularon descaradamente sin que, a pesar de ellos, pudiera demostrarse responsabilidad alguna del Gobierno. Todo lo contrario, cualquier indicio que pudiera sacar a la luz alguna responsabilidad del actual Gobierno ZP o de sus colaboradores y amigos, se descartó desvergonzadamente evitando que declarasen testigos fundamentales.
Y visto que de la investigación no se desprende actuaciones punibles, ni jurídica ni políticamente, contra el Gobierno de Aznar, insisten en eso tan ambiguo y socorrido que es la imprevisión, llevando dicho concepto hasta el documento de conclusiones finales.
Pero ya avisamos de lo peligroso de la estrategia, además de lo inmoral de un argumento que no carga toda la culpa sobre los terroristas, porque resulta que nadie está libre de que el terrorismo atente y con cuatro años de gobierno por delante es de torpes cebarse en algo que cualquier día puede suceder bajo su responsabilidad y volverse contra ellos.
Como así ha sido. El atentado del 25 de Junio contra la candidatura de la capital de España para organizar los Juegos Olímpicos de 2012, se añade al coche bomba que los terroristas etarras hicieron estallar el pasado 9 de Febrero en el Recinto Ferial de Madrid y al de la calle Rufino González, el 25 de mayo pasado, también en Madrid –cuyo objetivo es dañar y contradecir la imagen de seguridad y normalidad política que se quiere transmitir a nivel internacional– y que los actuales responsables de la lucha antiterrorista con Zapalerdo al frente no han sabido evitar. Imprevisión sobre imprevisión.
Comentan algunos que la estrategia de ETA con tales atentados es la de presionar al Gobierno para que haga todas las concesiones posibles antes de iniciar una negociación. No lo creo. Nunca consiguió nada ETA mediante la fuerza o el chantaje. Ni siquiera cuando Miguel Angel Blanco. Antes bien, lo que creo es que ETA está dando argumentos a Zapalerdo para justificar una rendición en aras de evitar más pérdidas de vidas humanas.
Los etarras están calentando el escenario para que al final todos suspiremos aliviados y demos por buenas todas las concesiones que pudieran hacerse y que en estos momentos se están pactando. Las concesiones iniciales exigidas por ETA para sentarse a negociar desde una posición de fuerza ya se han otorgado con el abandono del Pacto Antiterrorista y la flexibilización de la política de ilegalización de las organizaciones del entramado etarra, así que los atentados no buscan presionar al Gobierno –rendido y entregado de antemano– sino procurarle justificación ante la opinión pública.
Los atentados de ETA son impredecibles e inevitables porque mientras haya un asesino suelto hay una persona en peligro de muerte. Zapatero sabe que no hay tal imprevisión sino que, por el contrario, cada día es más eficaz la lucha antiterrorista y que la banda estaba al borde de la derrota policial a medio plazo. Pero él no podía esperar y quiere resolver antes de que se acabe su legislatura para pasar a la Historia. Sin duda pasará, pero no con la gloria que imaginaba.
El pecado de imprevisión ha sido creado por Zapalerdo para condenar a Aznar y no existía hasta entonces ya que estaba fuera de toda duda que los medios antiterroristas siempre han trabajado con la debida diligencia y que la responsabilidad de los atentados no era suya sino de los terroristas.
Negociando con los terroristas, Zapalerdo ha neutraliza el riesgo de su imprevisión, aunque no ha contado con que, además del terrorismo, habrá otras razones para acusarlo de imprevisión.