27 julio 2005
ZP y la tolerancia islámica
El presidente del Gobierno, el pasado marzo pronunció un discurso ante los líderes de la Liga Árabe en Argel donde proclamaba que "No hay incompatibilidad alguna entre la democracia y el mundo árabe, como nos recuerdan los procesos electorales celebrados recientemente en Irak y Palestina a pesar de todas las dificultades”.
Esas reformas, prosiguió, están dirigidas a "mejorar el respeto a los derechos humanos, a consolidar el Estado de Derecho, a mejorar la libertad de prensa, a garantizar el respeto a las creencias religiosas de cada persona" y no son sólo "un deber", sino también "la mejor garantía a largo plazo para la estabilidad política, el desarrollo económico y el progreso social".
No obstante, dejó claro que las reformas democráticas "son cambios percibidos como necesarios por los pueblos y los gobernantes árabes" y "no hay lugar en este terreno para las imposiciones", que es precisamente la crítica que los líderes árabes suelen hacer al plan estadounidense conocido como “Gran Oriente Medio”.
Y como guinda, afirmó tan ufano que "El Islam es un pacífico y tolerante elemento de identidad."
Pero sobre esta afirmación Europa piensa otra cosa... Aunque antes la demagógica disertación del presidente por accidente merece algunos comentarios.
Rodríguez se refiere a “los procesos electorales celebrados recientemente en Irak y Palestina a pesar de todas las dificultades” como él fuera ajeno a algunas de esas dificultades. En lugar de apoyar que nuestras tropas continuaran colaborando en la reconstrucción y la paz necesarias para llevar a cabo un proceso electoral, se las trajo inmediatamente, incluso antes del plazo fijado por él mismo, dejando abandonados a su propia suerte a los iraquíes que recibían nuestra ayuda y protección. Él fue precisamente una de esas dificultades. Poner de ejemplo a esos procesos electorales para demostrar que el mundo islámico los está deseando es olvidar que ambos procesos han sido prácticamente impuestos por las democracias no islámicas para acabar con situaciones indeseables.
Hace una alabanza de las reformas democráticas dirigidas a "mejorar el respeto a los Derechos Humanos, a consolidar el Estado de Derecho, a mejorar la libertad de prensa, a garantizar el respeto a las creencias religiosas de cada persona" pero no colabora en ello, porque todos han podido ver que si en Irak llega a imponerse una democracia no habrá sido precisamente con el apoyo de ZP.
Dice que las reformas democráticas "son cambios percibidos como necesarios por los pueblos y los gobernantes árabes" aunque, por el contrario, la escalada terrorista alimentada por islamistas de distintos países tiene como razón evitar la implantación de una democracia y que se produzcan reformas que puedan mermar el poder de los líderes religiosos. No parece que ningún gobernante musulmán esté demasiado interesado en introducir cambios en un modo de vida tan favorable a los hombres. ¿Igualdad, para qué? ¿Cambios percibidos por ellos como necesarios?
La cuestión de un islam pacífico y tolerante es un clásico del debate. Lo que no cabe duda es que la tolerancia occidental se está acabando. Europa abrió sus puertas –su economía, su cultura, su modo de vida, su sociedad y todo cuanto poseía– a la inmigración musulmana, como lo hizo con cualquier otra cultura que se acogiera a ello. Pero el tiempo ha demostrado que se equivocó ante la intransigencia de la comunidad islámica que en lugar de integrarse quiere mantener sus desigualdades echando pulsos a la civilización que les acoge –el velo, el crucifijo...– El director del Centro Europeo de Inteligencia Estratégica y Seguridad, con motivo de los atentados de Londres, opina que «es evidente que el Gobierno británico está pagando ahora las consecuencias de esa política de tolerancia», así que parece inevitable que ese periodo llegue a su fin.
¿Dónde está la tolerancia islámica? ZP dice que los cambios que los gobernantes musulmanes perciben como necesarios, están destinados a garantizar el respeto a las creencias religiosas de cada persona, sin embargo el islam no permite el proselitismo de otras religiones y mucho menos la renuncia a la religión musulmana, que está penada con la muerte del apóstata. Europa acepta la unilateralidad que constituye la aceptación del proselitismo islamista en tierra infiel, mientras que ningún país musulmán ha autorizado jamás ni siquiera tolerado la menor libertad de expresión religiosa en su territorio.
Recordemos también que los dos Estados musulmanes supuestamente moderados y tolerantes, Túnez y Turquía, no permiten ningún proselitismo en su suelo. Las hermanas dominicanas y las misioneras instaladas en estos países están amenazadas con ser enviadas inmediatamente a Europa si tratan de predicar la fe cristiana a los musulmanes.
La tolerancia religiosa respecto al Islam ortodoxo no es pues recíproca y hay que tener bien presente que el simple diálogo con el Islam oficial corre el riesgo de estar adulterado en la raíz mientras permanezcan ligados a dogmas que declaran la inferioridad absoluta de los no-musulmanes así como el deber, para todo musulmán, de actuar, por no importa qué medio, en pro de la islamización del mundo, que es una conquista no sólo espiritual sino sobre todo político-ideológica y territorial.
Una vez más, Rodríguez no sabe de lo que habla y tampoco calla. Todavía no ha aprendido que hablar con tanta ligereza nos ha costado doscientos muertos y ahora, encima, justifica a sus autores, aunque quizás sea porque gracias a ellos es presidente.
Por lo menos es un hombre agradecido.