ZP, ese hombre

Según la Presidenta de la Comunidad de Madrid —La Razón 26.06.2005— la estrategia zapateril es dividir al PP en dos grupos:

— Los tildados de malos: antipáticos, antisociales, antiguos, los de la guerra de Irak, los amigos de Bush, la derecha más radical, extremista, etc.

— Un PP de buenos, tildados por ellos de progres, no crispadores, que aceptan la componenda y están mejor vistos.

Esperanza Aguirre rechaza que expresarse con contundencia sea extremista y añade que lo que molesta a la izquierda es que se llame a las cosas por su nombre y se plante cara a la mentira utilizada como arma política por el Gobierno de Zapa.tero.

Hay que estar de acuerdo con ella porque desde este foro lo que se comprueba no es otra cosa. Los que llaman a las cosas por su nombre y plantan cara a la mentira quedan automáticamente clasificados en el primer grupo, aunque ello es preferible a tragarlo todo y estar por la componenda. Se leen opiniones desde la derecha que, por ejemplo, no tienen objeción alguna al matrimonio homosexual porque oponerse sería un ataque a los derechos individuales, confundiendo la velocidad con el tocino. O sea, componenda antes que ser tachados de homófobos.

Es la derecha civilizada, son los buenos, los no crispadores, pero también son los que nos hubieran llevado rápidamente a la situación actual por falta de firmeza, para que sus modos no fueran a ser calificados de dictatoriales. Son los que opinan que expresarse con contundencia perjudica a la imagen del partido. Son los mismos que se dejan meter goles a base de toda esa palabrería y los que tienen el complejo de que les vayan a llamar antidemócratas o fascistas. Y son los que ZP quiere en la oposición para seguir haciendo su santa voluntad sin contar con ellos.

Aunque no nos confundamos ni perdamos de vista que la estrategia de ZP es arrinconarnos hacia la derecha y quedarse con el centro. Para ello, han de hacernos aparecer como extremistas y exaltados, totalmente desfasados de todo aquello que los tiempos demandan. Así que no caigamos en esa trampa y con firmeza pero sin extremismos desenmascaremos las mentiras desde la moderación del centro.

Lo cual no es impedimento para estar con esa derecha que ya se ha cansado de poner la otra mejilla y ahora quiere justicia. Ahora quiere respeto a su voluntad, mayoritaria en muchos aspectos fundamentales. Y ya lo exige en la calle, aún a riesgo de ser etiquetados por ello como “extrema derecha” y que eso nos convierta en los malos.

Pero ZP no contaba con que, a pesar de sus esfuerzos por meternos a todos en el saco de aquella “derechona” tan despreciada por Alfonso Guerra en sus tiempos, la auténtica derecha actual está en medio de los dos grupos citados por Esperanza Aguirre.

Ni aceptamos componendas con los vendepatrias ni somos extremistas, simplemente somos gente corriente, honorable y honrada. Y eso es algo que le rompe los esquemas a cualquiera que carezca de escrúpulos. En lo referente a España, ZP se mueve entre corruptos y nosotros somos incorruptibles.

De ahí que también le resultemos insoportables y que la autoridad moral esté con nosotros.

Demasiado para alguien que pretende justificar todos sus atropellos con razones éticas.