01 agosto 2005

ZP y el sectarismo

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El desgobierno de ZP se caracteriza por su descarado sectarismo, entre otras características no menos despreciables. Cien mil episodios de sectarismo desde que llegaron al poder, imposibles de resumir aquí, aunque el más reciente ejemplo basta para hacerse idea del nivel de indecencia de nuestros lamentables gobernantes.

A la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) no se les dejó manifestarse en la calle frente al Congreso –contra el cierre de la comisión de investigación del 11-M– por supuestas razones de seguridad y sin embargo el PSOE ha facilitado pases y acreditaciones para que familiares de las víctimas del Yak-42 accedan a las zonas reservadas del Congreso para acosar y recriminar a un ex-ministro por algo cuya responsabilidad no está clara.

Si los socialistas argumentan que la seguridad de los parlamentarios se pone en peligro por la gente que se manifiesta en la calle, la seguridad de Trillo ha sido expuesta a gravísimo riesgo de agresión al permitir que gente que lo considera culpable de la muerte de sus familiares lleguen al cuerpo a cuerpo con él dentro del Congreso, en contra de las elementales normas parlamentarias y de seguridad.

El Partido Popular debería pedir y conseguir las cabezas de los responsables de seguridad y de los socialistas hijos de mala madre que organizaron la encerrona.

Sin salir del ámbito de las víctimas del terrorismo, ZP tuvo el teatral gesto de nombrar a Gregorio Peces-Barba como “Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo” aunque a la hora de la verdad sus instrucciones eran de no asistir a la manifestación de las víctimas contra la negociación con ETA porque «"Yo no soy el representante de las víctimas, soy el representante del Gobierno para las víctimas"». Cínica confesión de que el gobierno socialista le designó no para defender los intereses de los ciudadanos, sino para neutralizar las acciones de estos ciudadanos contra el Gobierno que le paga por ello.

Infame sectarismo de quienes sobre el papel titulan el cargo como de “apoyo” a las víctimas pero que en lugar de apoyarlas hasta ahora no han hecho más que ignorarlas, aislarlas y obstaculizarlas.

La utópica vocación democrática socialista no se sostiene con los hechos en la mano. Una y otra vez no se recatan de anteponer sus intereses de partido por encima de los intereses de España utilizando métodos autoritarios e intolerantes, francamente sectarios.

Y para ello recurren a la argucia de identificar las necesidades de la nación y los deseos de la mayoría ciudadana con sus propios fines.

Pero aunque el sectarismo se vista de seda –ver la revista Vogue–, en sectarismo se queda.

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