01 agosto 2005

ZP y los homosexuales

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El Gobierno de ZP cifró en cuatro millones los españoles gays que se beneficiarían de la reforma del Código Civil que equipara las uniones homosexuales al matrimonio y se apoyó en ello para justificar decisiones que sólo afectaban a una parte de esa minoría, haciéndonos creer que era una demanda mayoritaria de la sociedad, como si no hubiera otras necesidades más urgentes.

Pero una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística en colaboración con el Ministerio de Sanidad y Consumo, destinada a establecer pautas de prevención del SIDA y dada a conocer en julio 2004, establece que únicamente sería un máximo de 388.000 hombres y 270.000 mujeres los que han tenido alguna vez en su vida una relación homosexual.

Según las propias cifras del Gobierno, el número máximo de personas que practican exclusivamente relaciones homosexuales está en torno a los 110.000 hombres y las 76.000 mujeres dentro del periodo de edad investigado (13.600 personas entre 18 y 49 años).

Sin duda el ejecutivo socialista conocía dicha encuesta pero no ha dudado en mentir y engordar la cifra más de 20 veces para convertir esos 186.000 homosexuales que podrían casarse (suponiendo que todos ellos tuvieran pareja estable y quisieran hacerlo) en la bonita cifra de 4.000.000 millones de beneficiarios de esas reformas que “la sociedad mayoritariamente demanda”

Queda claro que esa mayoría no es tal ni la sociedad española demanda nada de eso, pero además ¿qué es lo que quieren esos cuatro gatos?

Primero el matrimonio, no la legalización de una situación de hecho, sino la equiparación con los que recibieron el sacramento del matrimonio, más que para disfrutar de las ventajas legales –que podrían tener bajo cualquier otra fórmula– para devaluar la institución matrimonial rebajándola hasta equipararla a la simple unión de una pareja. Una pareja de lo que sea porque se nos habla de una pareja homosexual pero, sobre la única base del amor, igualmente valdría para cualquier otro tipo de pareja. Se nos plantea como la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio, pero la realidad es que se deprecia el matrimonio rebajándolo a la mera unión de una pareja.

Pero el matrimonio no es eso, es algo más que una pareja. Desde cualquier óptica el matrimonio es una unión estable y amorosa reconocida públicamente, entre dos personas de sexo distinto que se aman y están abiertas a la procreación. La palabra matrimonio procede etimológicamente de maternidad, y ésta sólo puede venir de modo natural de la unión del hombre con la mujer. Hasta la definición más laica considera el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Es la norma universal menos para el gran pionero ZP, necesitado de votos.

Conseguido esto, a continuación la adopción de niños. Y para ello también utilizan datos falsos y manipulados. Nos están diciendo que según un determinado estudio, los niños criados por parejas homosexuales no sufren perjuicios por el ámbito en que han sido educados y que son tan normales y felices como cualquier hijo de vecino y vecina. No han faltado sicólogos que así lo aseveran con toda seriedad insistiendo en que lo que necesitan los niños es cariño. Según la progresía, la solución al impacto psicológico que la situación puede provocar en el entorno que rodea a los niños, es que hay que educar en la pluralidad y la tolerancia. Es decir, para que todos acepten lo antinatural hay que adoctrinar a la gente.

Pues no señor. Falso como todo lo que nos venden esta caterva de malandrines. No faltan profesionales cualificados y de prestigio internacional que dicen todo lo contrario.

El tal estudio, que no pasa de panfleto manipulado, silencia que un 25% de esos niños serán homosexuales – según datos de estudiosos extranjeros – ya que la homosexualidad, en la mayoría de los casos no es ningún trastorno genético sino sico-afectivo adquirido y no congénito. Por otro lado, el llamado “estudio” – creo que realizado por dos homosexuales que trabajan en la Universidad de Sevilla – se ha hecho sobre una muestra de 50 parejas, totalmente insuficientes para que sea representativo y en el aspecto científico parece que también deja bastante que desear porque silencia y omite todo aquello que contradice la postura homosexual y progre. Falta por averiguar si ha sido encargado y subvencionado por el PSOE.

La realidad es muy otra. Tan otra como que mientras son bebés y de corta edad no echan de menos otra cosa porque no la conocen, ya que no se les dio siquiera la oportunidad de tener padre varón o madre hembra.

¿Y los derechos del niño? No aparecen por ninguna parte y no se tiene en cuenta el derecho del niño a tener padre y madre, porque no existe el derecho a adoptar, sino a ser adoptado. No puede existir el derecho a que nos den un niño, pero si a que a un niño tenga padres. Parecido pero con fundamentales diferencias. Un niño no es una simple mercancía o una mascota destinada a satisfacer los instintos maternales de un hombre y los paternales de una mujer..

Pero los que cuentan son los que votan, papaíto y mamaíto. Los niños ni votan ni pueden protestar. ¿Dónde está su libertad de elección y sus derechos a tener madre? Son niños que nunca conocerán el regazo de su madre o el abrazo de su padre. ¿Les parece poco importante ese detalle? Los egoístas deseos de la pareja pisotean cualquier derecho del niño.

Sin embargo, incluso desde altas instancias de la Justicia – el conseller de Justicia de Cataluña, Josep Maria Vallés, por ejemplo– se argumenta que la iniciativa pretende "proteger los derechos y los intereses de los niños adoptados" en el contexto de las "nuevas formas de familia o convivencia". Cinismo y caradura para disfrazar la realidad.

Desde el Gobierno de ZP y sus socios se viene desvirtuando el tema para convertir en perversa cualquier oposición a que los niños sean considerados como algo destinado a colmar las aspiraciones de terceros – homosexuales o no – sin tener en cuenta sus derechos. Eso es lo siniestro y lo tóxico de la campaña de adoctrinamiento que están llevando a cabo desde hace años esos políticos que quieren fidelizar al colectivo gay.

Siguen empeñados en que aceptemos como normal lo que a base de ser frecuente se convierte en algo corriente, pero que dista mucho de ser normal. De ahí el bombardeo que sufrimos en tantos temas que pretenden que terminen siendo corrientes, pero no hay que confundir lo corriente con lo normal. Temas como el de la droga son corrientes, pero no es normal. Aunque así lo hayamos aceptado por la frecuencia con que lo vemos.

Esa es la estrategia socialista en este y en otros asuntos que chocan con la oposición de los que no se dejan engañar y todavía no han perdido el sentido de la ética.

Entre ellos, los católicos, que seguirán sufriendo ataques por ello.

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