01 agosto 2005
ZP y el Papa
Se veía venir pero nadie esperaba que Zapatero tuviera tan poca visión política. Ha regateado las muestras de luto oficial ante la muerte del Papa y ni siquiera pensaba ir a su funeral. Ha habido que recordarle sus obligaciones de Estado. El acontecimiento, de trascendencia mundial, no le ha merecido ni una sola palabra de recuerdo hacía una personalidad que será recordada como “el Grande” por su enorme labor en pro de la paz y la libertad.
La bajeza moral de Zapatero al negarle al Papa una palabra de reconocimiento está en la línea del ejecutivo, que insiste en negarle al catolicismo el valor no solo ético sino el de su participación en hacer posible la democracia, de la que resulta un valioso elemento. Los católicos españoles y su Iglesia vienen siendo objeto de la mayor indiferencia cuando no desprecios que se materializan en el recorte de las subvenciones para la labor social que desarrollan o la supresión de las clases de religión, pero la ruin actitud de Zapatero en una ocasión, la de la muerte, donde hasta el enemigo suele ser objeto de piadosa alabanza, no puede más que provocar desprecio hacia gobernantes de tan baja calaña.
Si en lugar del Papa hubiera muerto Fidel Castro, el Gobierno en pleno, incluyendo ministros, subsecretarios, asesores y hasta sus chóferes, habrían acudido a Cuba y quince días de luto oficial no nos los quitaba nadie. Estoy deseando ver a Zapatero de riguroso luto y moqueando como un gilipo_llas. Cada uno expresa su pena de distinta forma, conforme a su personalidad y la muerte del personaje universal más trascendente y relevante a Zapatero le es indiferente. Por lo visto se codea con gente de otra valía pero él se lo pierde.
Todos recordaremos su desprecio. Incluso sus votantes cristianos lo recordarán.